miércoles, mayo 03, 2006

¿Qué hacer un fin de semana?


El jueves por la noche al llegar a casa de mi clase de lingüística, Areli me comunicó que llamó Olga la madre de nuestros amigos artesanos preguntando sobre nuestra hora de llegada el viernes por el cumpleaños de Kali ya que nos invitaba a tomar mate. Cada que pienso en Olga, me refiero a una mujer que lucha por la vida diaria; sus hijos, su vida y su corazón mantienen la esperanza en su sonrisa de cada minuto. -Llegaremos al medio día para ayudarte- comentó Areli.

Al día siguiente estiré el cuerpo y mientras preparaba un té sentí un tronido en mi espalda. Sería bueno ir a ejercitar pois –Pensé. Y de paso un estiramiento mas profundo que el habitual para calentar los brazos. Tomamos nuestros instrumentos de malabarismo y las dos mexicanas caminamos entre el smog del Boulevard Artigas hacia el parque Battle: un pequeño pedacito de aire puro mezclado con el sonido del transito local.

Que importante es sentir la elasticidad del cuerpo. Saber que tienes el control de manipularlo de cualquier forma cuando sea necesario. Sólo es cuestión de practicar un estiramiento de todas sus partes… dicen que es difícil darse esta oportunidad en una vida “tan ocupada” por la ciudad. Yo he sentido este pensamiento. Dos horas de estiramiento y práctica de pois fue suficiente para abrirnos el apetito. Una buena ensalada de atún y un vino blanco frutal satisfizo mi estómago hasta quedar adormilada frente al sonido a la Lila Downs.

Esa noche esperaríamos a nuestros compañeros para ir al Teatro de verano, un espacio al aire libre frente a la rambla. Se llevaría a cabo el “Canto peludo… canto obrero” en solidaridad con los cañeros de Bella Unión, una ciudad al norte del país defendida por estos obreros provenientes desde el 22 de abril en una marcha que duraría una semana hasta llegar a capital. Las peticiones eran básicas: vivienda y empleo. El evento se había difundido entre todos los sujetos de una sociedad alternativa que buscan la solidaridad en las luchas por la justicia.

Yo fui invitada por unos amigos artesanos que conocí en la feria de “La Teja” el domingo pasado. Repartían volantes sobre la tocada compartiendo su cerveza “Patricia” y sus experiencias en vida. Dos parejas jugaban con sus hijos de entre 1 y 3 años, otros sentados en la banqueta fumando, comiendo un jitomate con las manos o charlando de pie al lado del carrito de mercado.

Todos compartíamos entre charlas y movimiento de cuerpos de un lado a otro, un buen momento frente al sol pasado del medio día. Cuando conocí a Antonio, un señor interesado en cuestionarse sobre el espacio y el tiempo disfruté un sin fin de aprendizajes de todo personaje atraído a la zona de paños y puestitos de arte en la calle. Sé que volveré a verlos ya que quedó en el aire el siguiente encuentro en la comunidad charrúa Basqüade Inchalá para compartir conocimientos entre ellos.

Antes de partir al teatro de verano, fui a contactarme con México vía Internet y la sorpresa no fue muy agradable al final. Todos tienen problemas, hasta por medios tan fríos donde no se ve, ni se siente el 80% de la completa forma de comunicación entre dos. Regresé a casa aturdida y molesta conmigo misma. Nicolás me recibió en la puerta comentándome de la llegada de Laura, Jorge y Mingo a casa. Se acercaba una nueva emoción una nueva acción nocturna. Mi gesto cambió.

Caminamos hacia el teatro de verano entre unas 8 personas ya que invitamos a unos “vecinos de pensión” a irnos juntos. Caminar por las calles de Montevideo especialmente cuando cambia de un sector social a otro, es un movimiento de atmósferas tan sutil pero tan penetrante a la mente cuando está conectada con la realidad proyectada. Pasar de Boulevard Artigas con sus hospitales privados, construcciones mantenidas por sueldos de capitales muy altos y extranjeros, difiere tanto a la las calles continuas llenas de basura, muros despintados y construcciones abandonadas. Más adelante en dirección al sureste se aprecia la ciudad vieja otra “burbuja” de consumo turístico en Montevideo.

Pero me fui a otro lado… Yo caminaba por Artigas hasta una cuadra más allá del parque Rodó frente a la Playa Ramírez. Pasamos por debajo de unas banderas rojas y un arco de metal que sostenía el letrero: Teatro de verano. Dimos vuelta al pedazo de césped para ver de frente los espectadores y a nuestra izquierda al trovador en el escenario.

El lugar contenía mantas de protesta por la celulosa, el derecho al trabajo y a la autogestión, unas enormes bocinas reproducían las palabras del trovador Daniel Viglietti sobre la manipulación de los símbolos nacionales. De entre la gente llegó Kali. Nos mostró el lugar por donde se sentaban sus amigos, arriba en lo alto: todo se ve mejor.

El fenómeno de la ciudad pequeña donde todos se conocen, me ha invadido de una manera muy sutil y tan afectiva. Kali me señaló a unas personas que creía eran conocidos míos –los vi en las fotos de Villa Serrana, no sé si sean- me dijo. Miré a una pareja jugando con su hija, eran Cristian, Laura y Gaia. Tiempo después los amigos del cerro se sentaron atrás de nosotros antes de ir a bailar y encontrarnos con Alfredo, nuestro guía en Villa Serrana. Todos estábamos ahí, todos compartíamos la fiesta por la lucha cañera de Bella Unión.

Al terminar el canto trovador con versos como “La sangre que grita: libérate hermano” fuimos al césped al lado de la entrada para jugar un rato con los malabares y sentir el calor que el viento nocturno no pronunciaba. Entre estiramientos, malabares y risas, conocimos a algunas personas interesadas en el movimiento de pelotas y pois que contiguamente pasó interés sobre nuestra nacionalidad.

Bailamos con música ska-punk y electrónica mezclada con hip-hop durante dos horas escuchando los versos de lucha que tanto el grupo 4$ de propina y La Teja Pride entonaban al ritmo que todos gozábamos.

La música no fue lo único que se presentó en el escenario. Dos jóvenes de Bella Unión junto con su padre, dieron las gracias por el apoyo de ONG´s en el evento y de todos los asistentes al lugar. Hablaron sobre el derecho que piden al estudio, trabajo y vivienda cerrando con la promesa de no rendirse en su constante lucha por la tierra arrebatada desde hace tiempo por protagonistas del gobierno.

Esa noche iniciaba el fin de semana de manifestaciones obreras ya que el lunes 1 de mayo habría actividad mundial por la misma índole. Uruguay no sería la excepción.

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