viernes, enero 18, 2013

Entre el águila y el cóndor



El andar Manos en la Tierra se encuentra con ganas de aterrizar palabras, en esta Colombia llena de sangre viva por las costumbres de los pueblos tradicionales. Llevo más de 40 días aquí, en la esencia del cóndor, esa ave carroñera que transforma tristeza en amor, enfermedad en resistencia, muerte en vida.  Y es que según la leyenda del águila y el cóndor, América del sur representa esta ave carroñera, mientras que en el norte el águila con su fortaleza, su ímpetu y su sacrificio, nos representa desde su pico, (Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala) hasta su cuerpo (México, Estados Unidos, Canadá).

Foto: Karenina Casarín
La vista del campamento en Raíces de la tierra

Llegué a inicios de diciembre por San Silvano a unos 28 kilómetros de Bogotá. El objetivo fue participar en el fuego de la kiba, que prendía el rezo convocado desde tradiciones lakotas propuestas por el Hombre Medicina Tigre Pérez en el siglo pasado. Este rezo “Raíces de la Tierra” busca unir a pueblos y tradiciones de nuestros ancestros desde hace mas de 18 años... y sobre esta ocasión “Los registros del colibrí nos comparte una bella crónica del momento” 

Agradeci a la Pacha Mama y los cuatro elementos las causa-lidades de la vida, junto con abuelos y abuelas del Putumayo, de Amazonas, de la sierra de Santa Marta; también con compañeros mestizos provenientes de Chile, México, Argentina, y de esta bella Colombia.  

Foto: Terpsikore
La kiba después de la ceremonia Raíces de la Tierra
El tejido humano en esta vuelta colombiana de Manos de Tierra me ha compartido muchos hilos de colores. Entre ellos conocí la parcelita de Doña Eduvina en Sogamoso donde en una manzana de terreno (.7050 hectárea) siembra hortalizas, medicinales, tubérculos y alimenta a sus ovejas. Con este espacio de tierra, el cansancio del cuerpo de esta mujer guerrera y el interés de un apoyo mutuo entre quienes saben, quienes quieren saber y entre los que comparten  en un tiempo establecido como hilos de paso; estamos experimentando algo. 

Esta metodología basada en “Campesino a campesino” ayuda a replantear y eliminar esta nula creencia del productor de que su saber es importante. Porque por ellxs, la revolución del alimento aun no se ha perdido. Pero ¿cómo hacer cuando los saberes están cansados de sus manos y su cuerpo mientras que su corazón intuye que es necesario compartir lo que se sabe? De eso se trata esta observación participativa desde Sogamoso. Gracias a mi compañera Carolina, una guerrera comunicadora que si no conoce la solución, se la inventa basada en su esperanza de conseguir las cosas; apoyó este andar de Manos de Tierra por sus tierras.

Foto: Carolina Bonilla
En el campo Don Luis, Karenina y Doña Eduvina
Al pasar los días de fiestas internacionales de año nuevo, regresé a Bogotá y conocí la organización que inicia en Colombia la Danza del sol, una ceremonia indígena del norte que como parte del interés de unir naciones y tradiciones, se comenzará en estas tierras andinas. No tenía idea de hasta donde podría participar en esta ceremonia y para la sorpresa de mi corazón, aprendí mucho y crecí en alegrías… 
El andar sigue y ya sólo faltan dos lunas para mi regreso a tierras mexicas. Tengo aun pendientes con compañerxs de Nicaragua, Costa Rica y Colombia sin embargo, con mi pasión por aprender de estos proceso y compartir a otrxs lo que a mi me ha servido para acercarme más a la tierra, están elaborándose los productos desde mi compromiso como comunicadora. 

He crecido en mente, espíritu y cuerpo, y poco a poco visualizo que este blog esta en metamorfosis… me siento como una mexica en construcción, como un árbol en crecimiento, como una flor en capullo… por ahora les comparto dos frases que en estos días me han reconfortado en el proceso Manos de Tierra… 

Foto: Tonatiuh Villanueva
La vista en Los Llanos del temazcalito y el río.
En lo sagrado, lo obsceno y lo sexual siempre hay una risa salvaje esperando, un breve paso de silenciosa risa, o de desagradable risa de bruja, o un jadeo que es una carcajada, o una risa salvaje y animal, o un gorjeo que es como un recorrido por la escala musical –Pinkola Estes, libro Mujeres que corren con lobos-

“Yo quiero poner el grano de arena que me toca a mi. No quiero morir debiéndole a la tierra. Dejamos algo a nuestros hijos, nietos… y a mi conciencia.” – Edgar Cabrera, campesino de Camaroncito, comunidad en Nandaime, Nicaragua-

Foto: Karenina Casarín
Cultivo de arveja en el Lago de Tota