sábado, agosto 02, 2008

Imán del Sur

El clima de su sierra tropical mantiene la frescura debajo de las copas verdes y frondosas mientras que el sol calienta cada piedra y piel frente a él. Con una mochila en la espalda llegué a un imán natural, al pico más al sur del país, a las playas de suave arena, a los atardeceres y vientos llenos de color.
Foto: Karenina
Mazunte frente a La Atarraya


Una semana en Mazunte, Oaxaca no fue más que la espectacular forma de concentrar la conexión con la naturaleza abrazándome desde la energía de su alrededor. Una población pequeña de no más de 300 familias se mantienen con tienditas, cuartos en renta, hostales, cocinas, pesca, espacios para casas de campaña, diversión turística y una que otra ilegalidad. Esta gente con su caribeña piel morena y oaxaqueña comparte su sonrisa con cualquiera que guste correspondérsela y también puede abusar de todo aquel que se deje. Un carácter fuerte, resistente y misterioso.

Foto: Karenina
Playa Mazunte y Punta Cometa

Por la mañana, muy pocos cuerpos en traje de baño se encuentran presentes frente a las olas. Entre caminar, correr, desayunar o contemplar la playa se va el tiempo ascendente del sol. Por la tarde, el golpe caluroso del júbilo solar recomienda principalmente escabullirse a una sombra o activar fresca agua en la piel caliente y sudorosa que se encuentra frente al mar. En los menos de 15 restaurantitos que adornan la arena con sombrillas y sillas no obligan a consumir para utilizar. Simplemente te dejan aterrizar en la dulce tentación del descanso mientras se antoja desde un agua de piña hasta una cerveza bien fría.

Foto: Karenina
La Atarraya Hostal

El mar, con el voluble carácter del lugar, le gusta jugar con los cuerpos humanos entre su fuerte e imponente espuma. Con una playa en picada y movimientos fuertes del mar abierto las caras despavoridas de las victimas podrían decidir salir corriendo y tropezar con más olas de gran altura o seguir resistiendo dicho carácter salado, para salir con las plácidas caricias liquidas en el momento de su incierta plenitud.

Mazunte contiene antiguas historias escondidas en su maleza y ahora también carga percepciones de miedo en cada convoy militar que pasa por su territorio. Como todo Oaxaca la vida se encuentra “caliente” por proyectos federales en mal estado en contra del narcotráfico. Pero Mazunte se esfuerza por no confundir el pasado del pueblo con la perdición del país con sus asambleas que en la semana de mi estancia existieron 2 para tratar los problemas que aquejan la comunidad.

Conocí hermanos de viaje, músicos, turistas, habitantes por decisión propia o por nacimiento, perros amigos del pueblo y protectores de los desconocidos, gatos recién nacidos y juguetones silenciosos. Compartí mate con artesanos argentinos, bailé y comprendí la libertad desde un ser femenino proveniente de la ciudad más contaminada del Planeta –mágico por la obviedad de la incongruencia humana sin perfil definido- expresé mis palabras entre oídos curiosos de medidas de tiempo, de longitudes estelares y de la paz que aun seguimos aprendiendo a posicionar en nuestra mente.

También conocí frente a las piedras de playa Rinconcito de un ser del norte, que la historia debe abrirse para mostrarnos los errores comunes que probablemente seguimos mostrando. Ese historiador -semilla que resuena en el espacio- se aferraba a definirse como egoísta por querer estudiar algo simplemente para entenderlo. Pienso que para hacer hay que saber, y como no hay tiempo para aprender a profundizar el saber y hacer juntos; existe la sociedad, para que unos aprendan de la mayor experiencia de otros y al revés, con el fin de compartir y activar el conocimiento desde diversas perspectivas. El siguiente paso ha seguir ha sido el reto de la humanidad: organizar y reunir recursos para un equilibrio entre todos los existentes.

Foto: Karenina
Historias conectadas

Con estas palabras en la cúspide del olvido, regreso a la línea del conocimiento en el campo oaxaqueño frente al Mar Pacífico. Y con más de 200 grados de horizonte marítimo con 160 grados de sierra y arena frente al mar, observar el ritmo de ese paisaje en la punta más al sur del país es alucinante. Grandes olas del mar abierto se deja llevar por el viento mientras que el sol pinta la estela de agua salada con los colores completos del arcoiris. Cada ola, cada fulgor de colores bailando en la brisa salada de playa Mermejita.

Foto: Karenina
Playa Mermejita

Calles de tierra basadas en la calma del poco dinero son concientes de sus peligros e imperfecciones pero, después de una semana de reconocer algunos recovecos del lugar, me imagino que la misma característica del contexto se disfruta más con los pies descalzos por todo el pueblo, o al menos así lo disfruté yo.

Y como parte de Mazunte donde no puedes saber si el tiempo existe hasta que encuentres a alguien por el pueblo con un reloj que sirva; la semana sucedió como los segundos de vida del sol en un ocaso en el mar: rápidamente intensos.

En los últimos momentos solté la contemplación de lo que había dejado ahí y lo que llevaba conmigo. La rapidez es una dificultad para profundizar en las caricias desde el corazón humano y por ello regresar y seguir reconociendo espacios como este, es parte de la intensidad de mi vida. Mazunte, el imán terrenal se clavó en el conductor natural de mi cuerpo: el corazón.

Si quieres ver más imágenes entra a mi flickr! AQUÍ

3 comentarios:

Micro dijo...

muy bien

ya me hiciste querer viajar al sur

gracias senyorita

jajaja

po dijo...

mujer
......poco conozco de mares..
y no podria llamarme experta del pacifico...pero seguramente ese pedazo de agua nos identifica.

no conozco mazunte pero de una cosa estoy segura el pacifico al sur es muy intenso

saludos

Anónimo dijo...

qué ricura, ahí estuve yo tmb este verano, durmiendo hamaca, sintiendo el día sin tiempo. lugares de eterno retorno.

un saludo. una huellita. =)