Como la introducción sobre lo que para mi fue el Congreso; les doy la bienvenida
con lo que encontrabas en la entrada de la sede principal, Erika y su linda sonrisa.
Foto: Karenina
con lo que encontrabas en la entrada de la sede principal, Erika y su linda sonrisa.
Foto: Karenina
Aquí va...
Después de pasear por la ciudad en bici, te das cuenta del reto. Inicia en el equilibrio al pedalear, después, en los múltiples accesorios para transportar carga, en la relación de alerta con el peatón, el auto y otras sorpresas; y en la múltiple y cotidiana discriminación a este vehículo, en una ciudad donde el rey es motorizado.
Se suma el problema de bicis desaparecidas y heridas; y para las ciclistas féminas una mayor molestia: el acoso. Esa agresión verbal o física no bienvenida, que sufrimos mientras utilizamos espacios públicos.
¿Por qué sucede? …porque se puede…
Porque algunos creen que es parte de nuestra cultura, porque es una de las formas más instintivas de desahogo de frustraciones, porque entre amigos puede ser gracioso… Porque se puede.
Como mujer, asistir a los paseos nocturnos me provoca una multiplicidad de sensaciones. Saber que no habrá camioneros pitándote, gritos grotescos cerca de tu oído, o peatones que rozan alguna parte de tu cuerpo mientras pasas; es un alivio. Pero también te encuentras con “aquellos” en bici, que molestan a chicas que pasan por la banqueta, gritan agrediendo a los que disfrutan cenitas o bebidas al aire libre, o a los que simplemente observan impresionados el convoy de cientos de bicis.
El paseo nocturno ciclista ah comenzado a cargar una niebla de rumores. Que “la mayoría” violenta todo lo que se encuentra a su paso, que son los de una hora, o los de la otra; que los que antes saludaban al convoy, ahora se esconden de las mentadas de madre. Que existimos muchísimos más molestos porque estos flujos de la sociedad en movimiento, ahora están provocando malestar, en vez del manifiesto por mejores espacios públicos; razón por la que algunos seguimos asistiendo. Por cierto ¿Quién reconoce que estos paseos representan el grito de la sociedad organizada? O al menos ¿alguna vez se ha sentido?
La comunicación y sus formas; es uno de los retos.
Me gusta ir a los paseos por la realidad que construimos entre todos. Por la emoción de ver padres con sus hijos e hijas pedaleando, por los amigos que se reúnen, por la creatividad de disfrazar la bicicleta en los paseos temáticos, por la emoción de reunir más de miles en un evento organizado por y para ciudadanos, por creer que una sociedad reunida y organizada realmente genera un cambio.
… ¿Te gusta gritarle a la banda? ¿Te late desahogar esta emoción al pedalear? – le pregunté a un agresor después de su grito calificando a un hombre de gordo mientras que disfrutaba unos tacos. -A mí también me gusta gritar, desahogarme –le exclamé- Aaaahhh… heeeeey!!! Súmate!!! Vente a pedalear!!!! ¿no es mejor gritar eso?... pero para el cuestionado no fue así. Con una alegría pérdida en buscar otra víctima me dice –me gusta que me respondan cuando se enchilan. Es divertido-
¿Qué hacer ante esta sensación de derrota temporal?
Mercedes Sosa canta ¿Quién dice que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. Mucha gente, familias, mujeres, grupo de amigos se suman a estos paseos nocturnos con diversas razones. Por salir a divertirse, tener la oportunidad de pedalear por las calles de la ciudad, sentirse libre de oler la noche y sus naranjos, de reconocerse como parte de una sociedad “en movimiento”.
No hay trabajos especiales para mujeres o para hombres, pero si hay tareas que cada uno realiza mejor que el sexo opuesto. Lo cuenta la historia y se confirma en mis vivencias. El hombre comenzó la caza, la mujer la siembra; el hombre protagonizó las guerras, las mujeres la sanación; el hombre motiva a la procreación y la mujer a la formación. Ojo que no generalizo, sino que sólo observo lo que el ser humano le ha costado menos hacer. La fila de 200 a 4 mil ciclistas causa una serie de reacciones, tanto de quienes se topan de frente con él, como de los asistentes, que ya he descrito.
Algunos de los que se encuentran con el convoy pueden cargar la curiosidad en diversas preguntas ¿Cómo se convocan? ¿Puedo participar? ¿A dónde van y de dónde vienen? Lo más complicado es cuando te encuentras con aquél que sólo le importa su trayecto y la “falta” al libre tránsito, que lo hace sentirse agredido. ¿Qué hacer ante estas dos percepciones? Dejarlas pasar sería no incluir a toda la sociedad en esta exigencia por mejores espacios.
Pedaleo por las orillas del paseo y veo cómo dos chicos han parado un camión que vocifera con su máquina de metal. Me bajo de la bici y me acerco al conductor. Buenas noches, le regalo un boletín ciclista mientras nos espera unos minutos porque esta masa frente a usted está exigiendo más espacios para la bicicleta. Lo invitamos a que se nos una cada mes o cada semana en…
Algunos agradecen la información y otros sólo molestos no vuelven a pitar a los cientos que cruzan. La minoría explota en gritos y molestias.
La costumbre de hacer esto cada paseo mensual es una tarea que percibo, se le facilita a la mujer, pero requiere hacer equipo con el hombre. Imaginemos… Los hombres actúan como una mantis religiosa. Se paran frente al automotor en silencio y decididos en no dividir el colectivo de bicis se esperan ahí hasta que venga otro a relevarlo. En ese momento llegan las chicas libélulas que con chispazos de información dejan más tranquilos a los conductores y sus acompañantes. Mientras tanto, los peatones que no saben qué sucede, se encuentran con más que traen este chispazo y revoloteo de información. Les regalan boletines ciclistas, volantes de convivencia vial, calcas y sonrisas. Los invitan a utilizar la bici con precaución, atención y diversión, mientras las mantis recorren entre atajos las calles para llegar de nuevo al inicio de la masa ciclista e identificar los cruceros peligrosos.
Se perciben gritos de alegría, de júbilo, trompetas, cencerros y silbatos. Todo inspira a la inclusión, a la manifestación con mensaje, al aumento de ciclistas por la ciudad.
De pronto regreso… los gritos se convierten en empujones, en sonidos de claxon, en barullo desordenado. Por ahí dos sujetos –hombres por casualidad- comienzan a empujarse.
Otro día, otra ocasión, el mismo evento convocado –paseo ciclista sea el día de la semana que sea- se escuchan gritos dirigidos –borrachos, gordos, huevones… preciosa, mamacita, beso, beso… lesbianas-…
Mantis y libélulas es un proyecto aun gestándose en algunas mentes ciclistas que estamos preocupados porque esta energía afecte lo que nació como una noble causa: exigir entre todos espacios públicos de manera lúdica en nuestras calles. ¿Por qué se genera la violencia?... porque se puede… pero ya no queremos
Por ello dentro de esta mesa de género, donde podemos escuchar alternativas con un toque concentrado de esperanza, quiero invitar a aquellas libélulas que les guste entregar mensajes de inclusión y tranquilidad; se unan al proyecto. Y para aquellos hombres con energía de mantis que confronta automotores sin entrar en violencia, son los más necesarios para amortiguar lo que ha enfermado al paseo: el abuso, el malestar y la violencia.
Hay muchas voces que han criticado estos problemas en los paseos, pero muy pocos han accionado alternativas de solución. Esta charla es una invitación a involucrarnos en buscar soluciones como esta propuesta donde yo me personificado como libélula, en los últimos paseos ciclistas del mes.
¿Quién se suma a este pedaleo?
escríbeme a pkarenina@gdlenbici.org
Se suma el problema de bicis desaparecidas y heridas; y para las ciclistas féminas una mayor molestia: el acoso. Esa agresión verbal o física no bienvenida, que sufrimos mientras utilizamos espacios públicos.
¿Por qué sucede? …porque se puede…
Porque algunos creen que es parte de nuestra cultura, porque es una de las formas más instintivas de desahogo de frustraciones, porque entre amigos puede ser gracioso… Porque se puede.
Como mujer, asistir a los paseos nocturnos me provoca una multiplicidad de sensaciones. Saber que no habrá camioneros pitándote, gritos grotescos cerca de tu oído, o peatones que rozan alguna parte de tu cuerpo mientras pasas; es un alivio. Pero también te encuentras con “aquellos” en bici, que molestan a chicas que pasan por la banqueta, gritan agrediendo a los que disfrutan cenitas o bebidas al aire libre, o a los que simplemente observan impresionados el convoy de cientos de bicis.
El paseo nocturno ciclista ah comenzado a cargar una niebla de rumores. Que “la mayoría” violenta todo lo que se encuentra a su paso, que son los de una hora, o los de la otra; que los que antes saludaban al convoy, ahora se esconden de las mentadas de madre. Que existimos muchísimos más molestos porque estos flujos de la sociedad en movimiento, ahora están provocando malestar, en vez del manifiesto por mejores espacios públicos; razón por la que algunos seguimos asistiendo. Por cierto ¿Quién reconoce que estos paseos representan el grito de la sociedad organizada? O al menos ¿alguna vez se ha sentido?
La comunicación y sus formas; es uno de los retos.
Me gusta ir a los paseos por la realidad que construimos entre todos. Por la emoción de ver padres con sus hijos e hijas pedaleando, por los amigos que se reúnen, por la creatividad de disfrazar la bicicleta en los paseos temáticos, por la emoción de reunir más de miles en un evento organizado por y para ciudadanos, por creer que una sociedad reunida y organizada realmente genera un cambio.
… ¿Te gusta gritarle a la banda? ¿Te late desahogar esta emoción al pedalear? – le pregunté a un agresor después de su grito calificando a un hombre de gordo mientras que disfrutaba unos tacos. -A mí también me gusta gritar, desahogarme –le exclamé- Aaaahhh… heeeeey!!! Súmate!!! Vente a pedalear!!!! ¿no es mejor gritar eso?... pero para el cuestionado no fue así. Con una alegría pérdida en buscar otra víctima me dice –me gusta que me respondan cuando se enchilan. Es divertido-
¿Qué hacer ante esta sensación de derrota temporal?
Mercedes Sosa canta ¿Quién dice que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. Mucha gente, familias, mujeres, grupo de amigos se suman a estos paseos nocturnos con diversas razones. Por salir a divertirse, tener la oportunidad de pedalear por las calles de la ciudad, sentirse libre de oler la noche y sus naranjos, de reconocerse como parte de una sociedad “en movimiento”.
No hay trabajos especiales para mujeres o para hombres, pero si hay tareas que cada uno realiza mejor que el sexo opuesto. Lo cuenta la historia y se confirma en mis vivencias. El hombre comenzó la caza, la mujer la siembra; el hombre protagonizó las guerras, las mujeres la sanación; el hombre motiva a la procreación y la mujer a la formación. Ojo que no generalizo, sino que sólo observo lo que el ser humano le ha costado menos hacer. La fila de 200 a 4 mil ciclistas causa una serie de reacciones, tanto de quienes se topan de frente con él, como de los asistentes, que ya he descrito.
Algunos de los que se encuentran con el convoy pueden cargar la curiosidad en diversas preguntas ¿Cómo se convocan? ¿Puedo participar? ¿A dónde van y de dónde vienen? Lo más complicado es cuando te encuentras con aquél que sólo le importa su trayecto y la “falta” al libre tránsito, que lo hace sentirse agredido. ¿Qué hacer ante estas dos percepciones? Dejarlas pasar sería no incluir a toda la sociedad en esta exigencia por mejores espacios.
Pedaleo por las orillas del paseo y veo cómo dos chicos han parado un camión que vocifera con su máquina de metal. Me bajo de la bici y me acerco al conductor. Buenas noches, le regalo un boletín ciclista mientras nos espera unos minutos porque esta masa frente a usted está exigiendo más espacios para la bicicleta. Lo invitamos a que se nos una cada mes o cada semana en…
Algunos agradecen la información y otros sólo molestos no vuelven a pitar a los cientos que cruzan. La minoría explota en gritos y molestias.
La costumbre de hacer esto cada paseo mensual es una tarea que percibo, se le facilita a la mujer, pero requiere hacer equipo con el hombre. Imaginemos… Los hombres actúan como una mantis religiosa. Se paran frente al automotor en silencio y decididos en no dividir el colectivo de bicis se esperan ahí hasta que venga otro a relevarlo. En ese momento llegan las chicas libélulas que con chispazos de información dejan más tranquilos a los conductores y sus acompañantes. Mientras tanto, los peatones que no saben qué sucede, se encuentran con más que traen este chispazo y revoloteo de información. Les regalan boletines ciclistas, volantes de convivencia vial, calcas y sonrisas. Los invitan a utilizar la bici con precaución, atención y diversión, mientras las mantis recorren entre atajos las calles para llegar de nuevo al inicio de la masa ciclista e identificar los cruceros peligrosos.
Se perciben gritos de alegría, de júbilo, trompetas, cencerros y silbatos. Todo inspira a la inclusión, a la manifestación con mensaje, al aumento de ciclistas por la ciudad.
De pronto regreso… los gritos se convierten en empujones, en sonidos de claxon, en barullo desordenado. Por ahí dos sujetos –hombres por casualidad- comienzan a empujarse.
Otro día, otra ocasión, el mismo evento convocado –paseo ciclista sea el día de la semana que sea- se escuchan gritos dirigidos –borrachos, gordos, huevones… preciosa, mamacita, beso, beso… lesbianas-…
Mantis y libélulas es un proyecto aun gestándose en algunas mentes ciclistas que estamos preocupados porque esta energía afecte lo que nació como una noble causa: exigir entre todos espacios públicos de manera lúdica en nuestras calles. ¿Por qué se genera la violencia?... porque se puede… pero ya no queremos
Por ello dentro de esta mesa de género, donde podemos escuchar alternativas con un toque concentrado de esperanza, quiero invitar a aquellas libélulas que les guste entregar mensajes de inclusión y tranquilidad; se unan al proyecto. Y para aquellos hombres con energía de mantis que confronta automotores sin entrar en violencia, son los más necesarios para amortiguar lo que ha enfermado al paseo: el abuso, el malestar y la violencia.
Hay muchas voces que han criticado estos problemas en los paseos, pero muy pocos han accionado alternativas de solución. Esta charla es una invitación a involucrarnos en buscar soluciones como esta propuesta donde yo me personificado como libélula, en los últimos paseos ciclistas del mes.
¿Quién se suma a este pedaleo?
escríbeme a pkarenina@gdlenbici.org
4 comentarios:
¡Yo me sumo a este pedaleo! sin duda y sin pensarla, Karenina, me gusto mucho tu participacion, muchas felicidades y muchas gracias por todo todo.
el mario.
!Unanse al pedaleo positivo!
Sin duda cada vez se suman mantis y libeluas a la causa, manteniendo este trabajo constante en algun momento llegaremos a ser una mayoria, no por la cantidad sino por la fuerza que esto va representar. Que bien que has tocado el problema de la agresion en los paseos, hay que evitar que la energia de la gente en bici se se transforme en una manifestacion negativa que haga reir a pocos,hieran a otros tantos y desvaloricen las acciones de muchos otros mas.
Saludos Kareniña
me siento tan lejos de eso que tanto me gustaba, salir afuera y ver a mis hermanos postrados en sus caballos de metal. Admiro su fortaleza y buenaventura por intentar domar al monstruo desde adentro. Se encuentran ahora con la lucha contra esa cultura sarnosa que predicamos como mexicanidad. Que bien que toques el tema, para que lo desarmemos y rearmemos segun nuestro gusto....
arriba los cicleros de guanatos, la siguiente ruta agarren al norte, aca en chicali abra casa y agua pa quien guste..
mr piraña
Querida, aunque desconocida, amiga. Se de ti por nuestro amigo Oscar al que pudisteis disfrutar durante el congreso.
He de decir que ir en bicicleta no te convierte en mariposa. Serlo es una filosofía de vida, una manera de afrontar el día a día.
Por ello, aunque cabalguen sobre dos ruedas, los que se comportan incívicamente, molestando, forman parte de un grupo a parte que sólo hace que dar mala fama a las verdaderas mariposas.
Marginémosles, que vean que no tienen espacio junto a nosotros. La revolción ha de ser pacífica y respetuosa. En caso contrario sólo seremos rinocerontes a dos patas.
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