jueves, diciembre 01, 2011

Ser campesino, es ser libre

Para Don Ezequiel, vivir en este planeta valorando lo que obtenemos de él significa dar “Las primeras horas del día a la naturaleza”. Su conocimiento se ve reflejado en la parcela que abastece desde hace 20 años sin fertilizantes químicos ni contratos con empresas trasnacionales. Su experimentación es parte del intercambio entre voces del campo que se reúnen como cada noviembre en Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco.


Foto: Karenina Casarín
Recorrido por la parcela y explicación de proceso para fortalecer la semilla
con la variedad criolla desde la polinización libre

Con 7 años de trabajo en la escuela de la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias [RASA], la parcela sostiene con gran esfuerzo, cosechas de 34 variedades de maíz provenientes de diversas partes del país. Se cuenta con baños secos, construcción de adobe, lombricultivos, árboles frutales jóvenes con su primer año de brote, gallinas, guajolotes, verduras de temporada, plantas medicinales, trigo, sorjo, huizaches, bule, sandia, y más diversidad que seguro no visualicé. Con el trabajo del Paye y la circunstancia efímera de la ayuda, se ha mantenido un crecimiento de experiencias y resultados en ese espacio de tierra.

El trabajo del campesino es un gran esfuerzo y es aun más sagrado, porque es el que provee para nuestra ceremonia del diario vivir: los alimentos. Sin embargo, hay circunstancias de un sistema político empresarial que no para de afectar a la naturaleza por una necesidad monetaria más que de subsistencia.


Foto: Karenina Casarín

En este encuentro asistieron más de 50 campesinos, productores y promotores de la agroecología provenientes de la región de Jalisco y estados como Tlaxcala, Chiapas, Guanajuato y Veracruz. El sábado 26 de noviembre fue el encuentro entre campesinos y el 27 se intercambiaron palabras, productos, semillas y experiencias también con consumidores.

En la primera charla se compartió la experiencia del Grupo Vicente Guerrero en el estado de Tlaxcala sobre el proceso de la ley estatal de cuidado y defensa del maíz nativo que ya aprobada desde enero. Actualmente se trabaja en el proyecto de reglamentación para que ejecutarla. Parte de lo que se ha pedido es que el 5% del presupuesto del sector agropecuario, sea “para los campesinos que fomentamos la siembra de maíz a partir de una cultura agroecológica” describió Emiliano, campesino de Tlaxcala. “¿por qué nuestra emoción de hacer esto? Porque es lograr defendernos del sector empresarial trasnacional” recalcó.

Foto: Karenina Casarín
Emiliano mostrando la publicación de la ley que protege al maíz criollo en Tlaxcala

Por parte de Semillas de Vida AC, Adelita San Vicente explicó el contexto de las iniciativas del gobierno en sembrar más campos experimentales de maíz transgénico. “La lógica campesina es la de la milpa donde existe la diversidad, el apoyo entre unos y otros; mientras que la lógica capital es el de acaparar, unificar una sola necesidad, un sólo campo” describió Adelita. La propuesta para el próximo año es luchar contra los transgénicos como red de defensa.

Desde la dinámica de mesas de trabajo, se dialogó sobre la importancia del maíz, qué se ha dejado de sembrar y cuál es el papel de los jóvenes en esta lucha. Los grupos fueron divididos en mujeres, hombres y jóvenes, los cuales expusieron las ideas que se transformaron en retos de todos los miembros de la Red RASA.

Foto: Karenina Casarín

Héctor mejor conocido como El Seco, dio resumen de las alternativas de acción analizadas en las mesas de trabajo, tales como la vinculación de información en red para saber de otras experiencias. También compartir los conocimientos a través de herramientas culturales como obras de teatro y talleres ayudaría a no generar obligación en jóvenes sino incentivo a su curiosidad latente.

Al medio día del domingo se abrió el tianguis agroecológico con diversos productos como miel, pan, dulces de leche, jitomate, chayote, plantas medicinales y de ornato, frambuesas, café de mojote, dulces de miel, propóleo, galletas. También se hizo un intercambio de semillas de maíz y de contactos.

Foto: Karenina Casarín

Ser campesino es ser libre. Y no es una perspectiva única de quien es campesino sino también de urbanos y consumidores conscientes, según las opiniones registradas en la galería itinerante sobre la mujer y el maíz que se ha expuesto en diversas zonas del Estado. “ya no se ve tanto el nivel marginal” se expuso entre productores y consumidores. “Estos encuentros sirven para juntar mundos que no son ajenos ya que todos hablamos de alimentos” y como productores se recalcó que es importante que “tengamos la esperanza en cada una de nuestras manos para trabajar en familia y avanzar pasos más grandes”.

Un ejemplo de esto es la concientización a la gente de El Salto, comunidad al lado del río más contaminado del país, el Río Santiago. En el lugar “Existen tres generaciones con pensamientos diferentes: los ancianos que disfrutaron el paraíso del lugar, los adultos que disfrutaron del río en su infancia y los jóvenes que no creen lógico que ese río contaminado y oloroso fuese alguna vez distinto” comentó Graciela González, habitante de El Salto. Ahora, la gente cargando su tristeza y enfermedades, han decidido trabajar la experimentación de sembrar, de cosechar agua, de re-conocer la tierra como la madre que nos da vida y que hemos estado hiriendo como humanidad.

“Nos quejamos del sistema político, pero es lo que nosotros mismos hemos creado en la casa” comentó el Paye. “Lo que actuamos frente a nuestros hijos es lo que crece. Si crías, si vives con familia unida, respeto y trabajo habrá mejor forma de vida”. Desde los consumidores se dio la propuesta de conocer, valorar el trabajo del campo y expandir el conocimiento de las experiencias con el consumo del comercio justo y productos orgánicos. También se pretende formas redes de vinculación entre productor y consumidor para esa alianza de mutua ayuda. La intensión existe, ahora sólo falta lo mas importante: la acción.


Foto: Karenina Casarín

Durante todo el encuentro, la ceremonia del maíz según la tradición maya bendijo el esfuerzo campesino del año. Con un altar rodeado de piedra, se agradeció la cosecha y los alimentos que se llevaron para intercambiar. Como agradecimiento y recuerdo de que todo sale y regresa a la tierra, se sacrificó un guajolote el cual fue disfrutado al día siguiente en la comida de cierre del encuentro. Los compromisos fueron expuestos y cada uno se llevó una semilla de esperanza para trabajarlos.


Foto: Karenina Casarín



Más información:
* Sobre la ley de fomento y protección al maíz nativo en Tlaxcala
* Facebook de la Red Indígena y Campesina para el Desarrollo Agroecológico [RICDA]
* El maíz Jala de Nayarit. Se presume el más grande del mundo.

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